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El futuro incierto de Irak

Al Nasiriya es la capital de la Provincia irakí de Dhi Qar, limítrofe con la Provincia de Al Qadisyah, donde el contingente español tuvo su base militar mientras duró su despliegue en Irak. Toda la zona es sumamente peligrosa; la propia base española sufrió más de un ataque.


Entonces se decía que si las fuerzas aliadas se retiraban del País, la paz volvería a las ciudades irakíes ya que el problema realmente era lo que consideraban una ocupación militar occidental en toda regla, sin razón de ser al haber caído Sadam Hussein y su Régimen. Los críticos tanto internos como del exterior de Irak consideraban y siguen considerando que una vez derrocado Hussein, las fuerzas aliadas debían haberse marchado pero estoy seguro que de haber sido así, la violencia se hubiera multiplicado por dos o incluso por tres al no haber defensa ninguna para la población civil con lo que partidarios del anterior Régimen y de los movimientos resistentes y subversivos así como el fundamentalismo religioso y el terrorismo yihadista se hubieran hecho con la situación, sin lugar a dudas, en una guerra civil cuyo resultado solo podía ser, teniendo en cuenta los contendientes, una nueva dictadura o aún peor, un nuevo Afganistán con un Régimen Talibán o algo peor, si es que puede haber algo peor.


Han pasado más de seis años y aún es probable que pase otro antes de que el último soldado norteamericano se marche (desde luego, esto no va a ocurrir exactamente, puesto que aunque pequeño, siempre habrá un contingente militar que proteja la megaembajada que han erigido en Bagdad los Estados Unidos). El caso es que a falta de menos de tres semanas para que el ejército norteamericano ceda el mando de la seguridad urbana a las nuevas Fuerzas de Seguridad irakíes, éstas siguen perdidas por completo, sin medios o aquellos de los que disponen desconocen su funcionamiento, siendo objeto de burla de la población. Es verdad que hay numerosos controles policiales pero son ineficaces ya que los aparatos con los que supuestamente debieran detectar explosivos, o no funcionan o no se utilizan correctamente. ¿Cómo es posible, si no, tantos atentados en una ciudad tomada por las Fuerzas de Seguridad?

El temor occidental o al menos de quienes tienen intereses en el País es que si se marchan los norteamericanos la Policía acabe en manos de grupos criminales que gracias a sus medios económicos puedan sobornar a los agentes con sus miserables salarios, como suele suceder en estos Países. Es cierto que el “Ejército de al-Mahdi”, liderado por Muqtada al-Sader, ha sido prácticamente expulsado de los barrios del sur de Bagdad, donde se habían hecho fuertes pero esto solo beneficia a las Brigadas Badr, de mayoría shií también pero con apoyo policial desde sus enfrentamientos de agosto de 2007 entre una facción y otra.


En una entrevista con Associated Press, Amer Al-Husseini, ayudante de confianza de Moqtada Al-Sadr, aseguraba que “Al-Zarqaui es un mito que EEUU ha creado para ponerle cara al terrorismo que desean se instale en este País para justificar su presencia continuada. Si no hubiera terrorismo en Iraq, no habría razón alguna para que EEUU se quedara, y esto haría mucho más difícil para ellos forzar a los iraquíes a aceptar esta Constitución”.













Por otro lado, la red terrorista al-Qaeda, en su afán de crear un Estado islámico de Irak parecido al Régimen Talibán de Afganistán que le dio refugio, comenzó por apoyar a los grupos shiíes uniéndoles contra un enemigo común: los soldados de la fuerza multinacional, pero al querer imponerles su visión de futuro de Irak, esos grupos shiíes se rebelaron contra la propia al-Qaeda hasta prácticamente expulsarla de Irak, retomando después el enfrentamiento entre los diferentes grupos shiíes por el control del poder, sobre todo ahora que se vislumbra cerca el repliegue de las tropas norteamericanas y británicas. Sus líderes dicen que son los Estados Unidos los que les han enfrentado basando su política en Irak en el “divide y vencerás”, pero la verdad es que ni siquiera los Consejos al-Sahua, que se crearon para integrar a los diferentes grupos y tribus en una acción de gobierno local común, han conseguido estabilizar la situación; al contrario, Irak se ha convertido en una especie de Reino de Taifas como aquel en el que se desmembró al-Andalus cuando el poderoso Califato de Córdoba cayó debido a sus disputas internas.


Cada Consejo gobierna su Región con autoridad plena y la corrupción es generalizada; los policías cometen desmanes contra la población sin castigo ya que son el brazo armado de los Consejos. Incluso parte del Gobierno Central se encuentra en el extranjero ante la imposibilidad de acometer sus responsabilidades con garantías de seguridad. Las embajadas no confían ninguna en la Policía irakí contando todas con sus propios servicios de seguridad para sus desplazamientos por Irak, muchas veces compañías militares privadas que están haciendo su agosto en este País desde que se inició el conflicto.


Continuamente aparecen muertos en las calles por los que nadie pregunta o de quienes prefieren no saber nada, estando los secuestros a la orden del día.

Kamal al-Saadi, miembro de la Alianza chií en el Parlamento, dijo hace poco, refiriéndose a los Consejos al-Sahua:


“No hay un rechazo a esta incorporación, es un problema técnico, no una postura política o una decisión premeditada. Es un asunto que requiere mucho tiempo porque tenemos cien mil casos. También tiene que ver con una cuestión presupuestaria.”


Si no se integra a los Consejos en el proceso electoral, instándoles a formar partidos políticos con representación parlamentaria acabarán convirtiéndose en facciones mafiosas que contribuirán a desestabilizar aún más a Irak, como ha ocurrido con Adel Mashhadani, dirigente del Consejo de al-Sahua del barrio al-Fadel en Bagdad, detenido tras una batalla callejera contra fuerzas de la seguridad iraquí respaldadas por helicópteros y efectivos norteamericanos. La razón que esgrimió él y sus seguidores es que el Gobierno irakí dejó de pagarles sus sueldos por lo que se vieron obligados a pedir pagos a los comerciantes de su zona a cambio de protección (en plan mafia), siendo detenidos también Maher Sarhán, líder del Consejo al-Sahua de Hur, al sur de Bagdad, Hasam al Azawi, alias Abu Iraq, conocido como el dirigente de las fuerzas de los Consejos al-Sahua en la provincia de Diyala, Hasam Aluán, líder del Consejo al-Sahua en al-Mahdadiya o Mulá Nadem al Yaburi, máximo representante de al-Sahua en Duluguiya (ciudad situada a 70 kilómetros al norte de Bagdad); acusados todos de extorsión y terrorismo. Además, hay ajustes de cuentas entre ellos por lo que el plan de los Consejos al-Sahua, que en su momento respaldó Estados Unidos, ha sido todo un fracaso.


Jalaf Ibrahim, que dimitió como líder del Consejo de al-Sahua en Huwaiya, cerca de Kirkuk, resumió la situación actual de los Consejos al-Sahua: “Nuestros miembros se han convertido en objetivo de Al Qaeda y de las fuerzas de seguridad del gobierno al mismo tiempo”.


Otro gran problema es la política de reconciliación nacional del presidente al-Maliki, que contempla la incorporación de antiguos baazistas, el Partido único que gobernaba Irak en tiempos de Sadam Hussein, algo que irrita a Irán además de los constantes atentados contra shiíes, con lo que la intervención bélica iraní en Irak es una posibilidad muy real si los norteamericanos y los británicos abandonan el País. Desde luego supondrá la automática declaración de guerra de Estados Unidos a Irán, algo que todavía muchos conservadores desean en USA, pero que eriza el vello al más valiente: un conflicto con Irán desde luego no lo es con Irak, no en la regresiva situación internacional actual.


De momento, Irán permanece expectante teniendo en cuenta que el actual presidente irakí es shií con lo que consideran que no es una amenaza para ellos, todo lo contrario; sin embargo, al-Malikí no atrae las simpatías norteamericanas precisamente, tampoco las de los Consejos al-Sahua ni la red al-Qaeda. La propia Alianza Shií que gobierna el País y del que su partido forma parte, al-Dawa, está revuelta con enfrentamientos entre los dos partidos (el otro es el Consejo Supremo Islámico de Irak, que ya ha dicho que no tolerará bajo ningún concepto el regreso de miembros del Partido Baaz).

La mayoría de los analistas no creemos que Estados Unidos se marche tan pronto de Irak o si lo hace, estará muy pendiente de la situación por si tuviera que actuar de nuevo, pero esto último es difícil porque en la actual situación de crisis económica mundial y que tanto daño está haciendo a la superpotencia norteamericana, resultaría mucho más caro retirar las fuerzas y volverlas a movilizar que permanecer en la zona. Probablemente es la razón por la que se va a reforzar de modo espectacular Afganistán que se va a convertir en la gran base militar norteamericana en Asia Central desde la que controlar también Oriente Medio. Estoy seguro de que los estrategas norteamericanos quieren mostrar al Mundo que Irak sin los soldados de EEUU es un polvorín a punto de explotar por lo que se impone la necesidad de mantener al menos una importante base militar o varias si fuera menester; de lo contrario, esa enorme embajada que han instalado en Bagdag, sin la seguridad de las tropas norteamericanas, no tiene sentido ya que sería un suicidio mantenerla sin la debida protección y eso en el caso de Estados Unidos, en un País como Irak, supone mantener un contingente muy considerable de efectivos militares ya que la Embajada da trabajo a 4.000 personas .

Pero Barack Obama sabe que explicarle al pueblo norteamericano la conveniencia de mantener tropas en un País que muchos en USA consideran un desagradecido, ya que más de 5.000 soldados americanos han dejado su vida allí, con un coste total desde que se inició el conflicto de más de 1,2 billones de dólares, resulta extremadamente difícil (según cálculos aproximados de la FAO, erradicar el hambre en el Mundo costaría solamente unos 35.000 millones de dólares y en Irak esa es la cantidad que los Estados Unidos gastan en tan solo tres meses).


Claro que si miramos el conflicto desde el lado irakí, no creo que fuese honesto criticar al pueblo que ha sufrido un millón de muertos y ha visto como a cuatro millones y medio de sus ciudadanos se les ha obligado, por diversas circunstancias, ha desplazarse de sus lugares de residencia, en los que nacieron la mayoría de ellos. Miles de personas detenidas sin juicio y cientos de hombres, mujeres y niños secuestrados, violados o asesinados y de los que no se ha sabido nada en absoluto, ni siquiera donde pudiera encontrarse su cadáver. Por no hablar del asalto a la riqueza artística, cultural y arqueológica de la cuna de las civilizaciones mesopotámicas como la gran Babilonia cuyos museos fueron todos expoliados.


Nadie podrá quitarme de la cabeza que los analistas de al-Qaeda (no dude nadie que los tiene) han sabido desde un principio cual iba a ser la secuencia de acontecimientos desde el 11-S: sabían que Estados Unidos contraatacarían a tenor de lo que su Historia nos muestra y que el objetivo sería Afganistán, evidentemente, donde los Talibán daban refugio a Ben Laden y su séquito; eran conscientes de que Afganistán poco tendría que hacer frente a la ultramoderna maquinaria bélica norteamericana pero mientras duraba el conflicto en Afganistán, al-Qaeda podía moverse por Pakistán e incluso por Irak, País este último gobernado por un dictador enemigo de Estados Unidos pero no demasiado partidario de intromisiones de la corriente de Ben Laden ya que Sadam Hussein no hubiera permitido nunca que dos gallitos cacarearan juntos en el mismo corral. Sin embargo, los estrategas de Ben Laden intuían que al no satisfacer sus objetivos en Afganistán, los americanos continuarían con su escarmiento al Islam, o al menos así se encargaría al-Qaeda de mostrarlo al Mundo, para de este modo captar más adeptos: “Estados Unidos ha iniciado una cruzada contra el Islam, como en la Edad Media; no podemos dejar que bombardeen nuestras ciudades y maten a nuestros jóvenes”; esta ha sido la consigna de los terroristas de al-Qaeda a lo largo de los últimos años.


Bush mordió el anzuelo: en un alarde de arrogancia absurda decide invadir Irak y lo que es peor, mantenerse allí, lo que ha dado lugar a todo tipo de especulaciones sobre los verdaderos motivos de la invasión norteamericana de Irak, algo con lo que probablemente también contaron Ben Laden y sus lugartenientes, la mala imagen de Estados Unidos en el Mundo. Digamos que lo que al-Qaeda quería con el 11-S era provocar al gigante para que arremetiera contra todo y todos de modo irracional en su venganza y de este modo acabaran pagando justos por pecadores, como suele decirse en estos casos y así ha sido, desde luego.


El secretario adjunto de la Defensa de Estados Unidos con el Gobierno de Bush, Paul Wolfowitz, expuso las líneas maestras del plan de Estados Unidos en Oriente Medio, con motivo de la intervención en Irak pero nada de lo que esperaban o con lo que intentaban convencer al Mundo se ha cumplido: ni hay una democracia real en Irak, ni Arabia Saudí ha dejado de ser una dictadura fundamentalista, ni la presencia militar aliada en la zona ha animado a la resistencia contra el Régimen iraní a llevar a cabo ninguna acción para moderar el Régimen de Irán con lo que los grupos terroristas que amenazan a Israel dejaran de recibir apoyo logístico ni Siria está aislada ni nada de nada; todo lo contrario. Irak está plenamente desestabilizado, el Régimen Saudí sigue llevando a cabo una política ambigua con respecto al yihadismo, Irán está más reforzado e influyente que nunca antes en su Historia reciente, Hezbollah o Hamas no han desaparecido (es más, se piensa que Hezbollah es más poderoso incluso que al-Qaeda) y Siria no teme quedarse sola en el caso de que sea atacada porque Irán actuaría en su defensa de inmediato y posiblemente otros Países. Para colmo, Pakistán está comenzando a desestabilizarse también debido a que las zonas tribales están en poder Talibán.


Se dice que Irán es partidario de la desestabilización de Irak pero para nada es así ya que iría en contra de sus propios intereses económicos, industriales y estratégicos ya que es un vecino que le ha resultado muy molesto en los últimos treinta años con lo que desea fervientemente que alcance una situación interior pacificada para de ese modo hacerse con el control de sus recursos energéticos dentro de la alianza que ya ha establecido con Rusia y otros Países. Si Irán aspira a ser la gran Potencia de Oriente Medio y competir por dicho puesto con Israel, para nada le interesa un Irak desestabilizado y con los norteamericanos de modo perenne en la zona.


Pero la verdad es que muchos irakíes añoran su situación en tiempos de Sadam, lo que les parece increíble porque odiaban al dictador, pero por lo menos no había conflictos importantes o al menos no eran conscientes de ellos, no había la desestructuración regional que hay hoy ni la falta de seguridad ciudadana que viven a diario. El petróleo era suyo y aunque los salarios fueran bajos con la situación actual cualquier irakí firmaría donde fuese necesario para volver a la situación anterior, lo que resulta muy descorazonador e indica que la intervención militar, más que una salvación para el pueblo irakí al destronar a un ególatra dictador, ha sido una maldición que están pagando muy cara: hoy más que nunca, los irakíes hacen suyo el refrán “más vale malo conocido que bueno por conocer”.


La ley aprobada por el Parlamento iraquí para la permanencia de tropas extranjeras no estadounidenses en el País a partir de enero de 2009 estipula su retirada definitiva en escasos meses pero resulta imposible retirar el enorme contingente aliado desplegado en período tan corto de tiempo: 160.000 soldados de Estados Unidos, 5.500 británicos (con sede en la base militar que mantienen a 20 kilómetros de Basora), 2.000 de Georgia y 1.500 australianos más otros mil de otros Países.


Uno de los graves problemas irakíes es su deficiente red sanitaria que Estados Unidos no se ha preocupado en solucionar más pendiente de la seguridad de sus tropas que del bienestar de los irakíes por lo que puede entenderse que incluso celebren su marcha el día que los soldados americanos se vayan: los Hospitales carecen de médicos y fármacos, no hay agua potable en muchas zonas llegando a costar el abastecimiento para una persona hasta 150 dólares para todo el mes (y el que tiene la suerte de cobrar un salario no supera los 450 dólares, en el mejor de los casos). Hoy por hoy, los irakíes, la verdad, es que no saben lo que es mejor: si que los aliados se marchen, abandonándoles a su suerte y dejándoles en manos de los Consejos al-Sahua o de un Régimen parecido al iraní o que se queden los soldados y continúen los atentados. Al final se impone lo de siempre hasta que la situación mejore, ya saben ustedes, aquello de ¡márchese quién pueda! No creo que con la situación actual nadie pueda calificar de cobardía el que alguien coja a su familia y decida irse a probar fortuna en otro lugar; lo malo será que los cuatro millones y medio de refugiados y desplazados irakíes piensen así, porque entonces sí hablaríamos de un grave problema internacional que podría desestabilizar ya no solo Irak sino toda la Región.


Mohammad Tahir para CIES-SAFE WORLD